LECTURA: 1Tes.5:23 Esta lectura la vimos en la columna anterior con el titulo La Carne, la vuelvo a repetir pues quiero darle continuación. La lectura nos enseñaba que somos seres trinos, pues tenemos cuerpo, alma y espíritu, y me enfoque en la columna anterior a hablar del problema en nosotros que es la carne y la dura sentencia que existe al hacer morir el espíritu por las obras de la carne. A este tema le puse por nombre los dos espíritus, pues para vivir dice la escritura la carne tendría que morir por las obras del espíritu. La palabra Hebrea “ruaj” es la que se usa en las escrituras para hablar tanto del espíritu del hombre, como del Espíritu de Dios (1Corintios 2:11-14) En este texto podemos ver los dos espíritus, y tiene mucha importancia que estos dos tengan una buena conexión. El problema de la carne es que no deja que el espíritu nuestro haga conexión con el Espíritu de Dios, es como una pared que se va formando que no le deja pasar, nuestro mismo yo, nuestro ego, orgullo, entre otros problemas carnales, sin dejar de mencionar el pecado, es lo que hace que esa barrera carnal se valla formando y no permita que el Espíritu de Dios penetre a nuestro interior a hacer ese contacto espiritual y por eso no hay crecimiento espiritual en una persona, y pueden pasar muchos años y el hombre sigue siendo la misma persona, con las mismas mañas o malas costumbres, no hay transformación, no hay crecimiento, pues la que gobierna es la carne. Al ser mas carnales el problema es también que Dios no habla con nosotros, pues el no habla con la carne sino con el espíritu lo dice la escritura, y lo hace atraves de su Espíritu quien es la tercera persona de su trinidad, Padre, Hijo y Espíritu, así era como hablaba y guiaba a sus discípulos, en una oportunidad en el libro de los Hechos les hablo diciendo a los apóstoles; Aparten a Bernabé y a Saulo para la obra (Hechos 13.2) Notamos pues acá como Dios puede guiarnos, aconsejarnos cuando somos en verdad seres espirituales. Cuando estos dos espíritus se unen, entonces ocurre una transformación en el hombre, hay poder para vencer lo carnal, y lo dice la escritura; Y recibirán Poder cuando haya venido sobre ustedes el Espíritu Santo (Hechos 1.8) Cuando esta operación de poder, empieza a obrar en la persona que a creído en Cristo, entonces se deben de empezar a notar frutos, los frutos del Espíritu (Galt. 5:22) Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Que quiere decir entonces, que donde haya habido odio cambiarlo por amor, donde hubo tristeza, gozo, etc. El verdadero hombre espiritual debe hacer ver su cambio de vida, no solo en su congregación, también en su hogar, en sus labores, una nueva criatura en Cristo, ¿y se puede lograr esto? Si se puede, pero con la ayuda de Dios y su Santo Espíritu obrando en nuestro ser, y eso se obtiene solo haciendo morir la carne, el viejo hombre. Empieza mostrando un fruto muy importante para tu vida, y es el fruto de arrepentimiento, humíllate ante tu Dios y Señor Jesucristo y deja que el que gobierne tu vida sea El por su Espíritu. SHALOM
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